Los niños pasan, por lo menos, la mitad del día en la
escuela, donde se mantienen activos física y mentalmente, por lo que requieren
de un refrigerio para recargar baterías y desempeñarse de forma adecuada. Dales
gusto con alimentos que les hagan bien y sepan bien.
Una alimentación sana se traduce en un funcionamiento
propicio del cuerpo y en la prevención de enfermedades a corto y largo
plazo. Lo que tu niño come hoy, además
de contribuir al desempeño intelectual y al crecimiento, ayuda a la formación
de hábitos, es decir, a que él mismo cuide su salud. Es importante tener en
cuenta que el refrigerio nunca reemplazará al desayuno pues, de acuerdo con
muchos profesionales de la salud, éste es el alimento más importante del día,
sobre todo si vamos a poner al cuerpo y la mente a trabajar, como sucede en la
escuela. La función del refrigerio escolar es reforzar el aporte nutricional de
esta primera comida, además de enseñarlos a comer bien y a elegir, ya que lo
consumirán fuera de la supervisión de los papás.
Hay formas de cocinar transmitiendo vida en ello. Se vale
jugar, cambiar o sustituir ciertos ingredientes en las recetas cotidianas, y
experimentar con algunos de ellos que tus niños nunca hayan probado, pues
saludable no es sinónimo de desagradable o aburrido. Como chef y mamá,
Margarita Bernot se ha preocupado por lograr un balance entre el sabor y la
salud –sin descuidar la apariencia de los alimentos–, y nos comparte unas
sugerencias para elaborar refrigerios escolares sabrosos, balanceados y
atractivos a la vista.
Considera estos consejos:
- Es conveniente sustituir en tus recetas los lácteos por leches de soya, arroz, nuez o almendra; y las harinas de trigo por las de amaranto, arroz, maíz u otros cereales, para conseguir más nutrición con menos calorías. Recuerda que la absorción de líquidos en las harinas de diferentes granos es distinta, a veces hay que usar más o menos, revisa las consistencias.
- Prefiere los alimentos de temporada para fortalecer al organismo contra los males de cada estación.
- Evita las grasas saturadas; opta por los aceites de oliva, aguacate o uva para aderezar un poco las verduras de los niños. Utiliza una brocha para poner poca cantidad.
- Los frutos secos como nueces, almendras, cacahuates, pepitas, semillas de girasol, etcétera, son maravillosos proveedores de proteínas.
- Incluye pan (de preferencia integral) y otros cereales, pero con moderación.
- Procura preparar sándwiches y tortas con ingredientes bajos en sodio y menos procesados. Cuece en el horno pechugas de pollo o pavo, o pierna de cerdo (claro, con ayuda de la magia de unas especias), y deshébralas o córtalas en rebanadas delgadas para sustituir los embutidos.
- Acompaña los sándwiches, tortas y burritos con aguacate, tomate, lechuga, brotes de soya o brócoli.
- Los yogures y quesos bajos en grasa (como el panela, el requesón, o el fresco) son fuente de proteínas.
- Aderézalos con miel de abeja, nuez, almendra o amaranto… Seguro les van a encantar.
- Procura que la fruta fresca sea el postre habitual. Evita los pasteles, papas fritas y dulces.
- Recuerda que los aderezos y salsas que usamos comúnmente (cátsup, mayonesa, salsa de soya) contienen sal, azúcar y grasas. Modéralas.
- Acostumbra a tus pequeños a tomar agua simple para hidratarse.
Fuente: Revista del Consumidor
http://revistadelconsumidor.gob.mx/?p=30738
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